A diferencia de la seguridad pasiva, que reduce los daños cuando el accidente ya es inevitable, la seguridad activa trabaja antes, interviniendo durante la conducción para mantener el control del vehículo y minimizar el riesgo. ¿Cómo lo hace? A continuación, desglosamos sus principales componentes y cómo actúan para salvar vidas.
Un buen sistema de frenado puede marcar la diferencia entre un susto y una tragedia. Hoy en día, la mayoría de los vehículos cuentan con frenos antibloqueo o ABS, que impiden que las ruedas se bloqueen al frenar, permitiendo al conductor seguir maniobrando para esquivar un obstáculo mientras reduce la velocidad. Además, los sistemas actuales incorporan circuitos independientes, de modo que, aunque uno falle, el coche sigue siendo capaz de frenar.
El sistema de dirección ha evolucionado mucho. En los vehículos modernos, se adapta automáticamente a la velocidad: cuanto más rápido circulamos, más se endurece, lo que reduce los movimientos bruscos e imprevistos, contribuyendo a mantener la trayectoria correcta y evitando posibles salidas de la vía.
Este sistema es el encargado de que el coche se mantenga firme y estable incluso en las curvas o ante baches inesperados. Las barras estabilizadoras conectan las ruedas de cada eje y limitan la inclinación del vehículo, evitando situaciones de riesgo al girar a altas velocidades o sobre pavimentos irregulares.
Los neumáticos son el único punto de contacto entre el coche y la carretera, y su importancia no puede subestimarse. Un dibujo en buen estado y un compuesto adecuado aseguran la tracción, tanto en seco como en mojado. Un neumático desgastado puede comprometer seriamente el comportamiento del vehículo, incluso con los mejores sistemas de seguridad.
La tecnología LED y los faros adaptativos han revolucionado la forma de iluminar la carretera. No solo mejoran la visibilidad nocturna, sino que se ajustan automáticamente al entorno y a las condiciones de tráfico, evitando deslumbramientos y maximizando la seguridad tanto para el conductor como para los demás usuarios de la vía.
Uno de los sistemas de seguridad activa más eficaces. El ESP o control electrónico de estabilidad analiza en tiempo real la trayectoria del coche, la velocidad de cada rueda, la posición del volante y del acelerador. Si detecta que el vehículo empieza a deslizarse o a salirse de la trayectoria, frena una o varias ruedas y ajusta la potencia del motor para recuperar el control. Según estudios, este sistema puede evitar hasta el 80 % de situaciones de peligro, y se estima que podría salvar hasta 10.000 vidas al año.
Aunque los fabricantes integren estos avanzados sistemas en sus modelos, la responsabilidad final siempre recae en el conductor. Conducir con prudencia, mantener el coche en buen estado y revisar regularmente sus componentes clave son gestos fundamentales para sacar el máximo provecho de la seguridad activa.
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En el mundo del automóvil, la seguridad ha dejado de ser una opción para convertirse en una necesidad, y cada vez son más los avances que los fabricantes incorporan para proteger a los ocupantes del vehículo. Uno de los conceptos clave que todo automovilista debería conocer es el de seguridad activa: ese conjunto de sistemas que actúan de forma anticipada para evitar que ocurra un accidente.
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